Lectores

El Clave bien temperado

Parte 7. El arte de la fuga. 9


Amor, servicio, entrega…
—El Arte de la fuga—

Hay días que tu voz suena a sol poderoso que vencerá a la muerte.
Hay días que tu ser es una brisa nítida
rozando mi esqueleto.
Pero en la mayoría de los días que pasan de la niebla a la nada
—con sus noches oscuras y hambrientas de caricias—
me olvido de tu son.
A lo mejor los tímpanos de los niños están más limpios que los míos
y entienden las palabras que repiten los pájaros
y susurran las hierbas.
La prisa, el ajetreo, la envidia, el egoísmo, la pereza, el orgullo,
son bombas de racimo que explotan en mi esencia
destazando mis ojos.
Ya sé que tu palabra provoca el universo, es única es precisa…
Es sólo un contenido, acaso mil palabras:
amor, servicio, entrega…

ORLA

“Su espíritu estaba tan embebido, acaparado por su arte que, a veces yo tenía la sensación de que no nos veía, ni nos oía, como si no existiéramos, aunque nunca dejaba de tratarnos con bondad. Pasaba unos momentos horribles cuando le veía sentado en su sillón, rodeado por mí y por nuestros hijos, entregados a nuestras ocupaciones y sin embargo, presentía que estaba solo por encima de nosotros; junto a nosotros y, no obstante, solo, como abandonado. (…). Los grandes son siempre solitarios, por eso son grandes y están emparentados con el Altísimo.”

(“La pequeña crónica de Ana Magdalena Bach”).