Lectores

El Clave bien temperado

Parte 1. 1


Arquitectura, fe, oración y sueño
Como mariposas al alba en mi recuerdo donde se oxidan las melodías, revolotean tus sones: pináculos de catedrales, éxtasis de místicos, arcanos de la música: arquitectura, fe, oración y sueño.
Como sonrisas del horizonte resuenan las súplicas de las estrellas, líquidas alabanzas surcan el tiempo o el infinito o el cosmos, o inflaman de anhelo por lo eterno el vuelo de los ángeles, cuya melodía moldeaste del adobe de tu plegaria concertante.
Como terciopelo de viento arropa el violonchelo un susurro de yerba al pétalo ardiente de la estrella o un crujido de universo a los sueños de los vientres o una lágrima de Dios sobre el rostro de la muerte.
Como cíclopes de viento aletean edificios de fusas: voz de órgano en carrera para asir el corazón del infinito, o catedral en vuelo de diamantes construyendo la luz del arco iris, o canción de serafines para acunar el sueño de la galaxia, o combustión de Dios en la pústula de la miseria.
Se cauterizan las heridas de mi alma que supura lodo, angustia, ceniza, polvo, sufrimiento.
No sé si fueron el viento o la llama o la melancolía o la nube quienes hollaron el tiempo y arrojaron la simiente de tus sones sobre mi venero apasionado cuyo horizonte se perfila en la hoguera del ocaso ardiendo en nubes como caricias, incendiado por soles como sueños, henchido por tus notas como retratos del Eterno. 

ORLA

“Su espíritu estaba tan embebido, acaparado por su arte que, a veces yo tenía la sensación de que no nos veía, ni nos oía, como si no existiéramos, aunque nunca dejaba de tratarnos con bondad. Pasaba unos momentos horribles cuando le veía sentado en su sillón, rodeado por mí y por nuestros hijos, entregados a nuestras ocupaciones y sin embargo, presentía que estaba solo por encima de nosotros; junto a nosotros y, no obstante, solo, como abandonado. (…). Los grandes son siempre solitarios, por eso son grandes y están emparentados con el Altísimo.”

(“La pequeña crónica de Ana Magdalena Bach”).