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El Clave bien temperado

Parte 6. El clave bien Temperado. Libro II. 4


Cómo me abrasaría si te contemplo…
—El clave bien temperado. Libro II—

Las criaturas del bosque danzan, cantan.
La espesura se torna malabar
sobre un bucle de luz
creciendo cual felino que se nos despereza.
Miro su baile y me uno a tanta dicha,
aunque mi paso sea el tenue vuelo
de mariposa incierta.
Formamos una rueda de esperanza
círculo de pasión,
como signos de vida agradecida,
veleros que acarician
las sonrisas de los delfines,
que vuelan como labios sobre su respirar.
La llamada al dintel de tu palacio,
ha sido intensa,
lágrima solitaria en la sed del desierto…
Mi corazón acecha tu respuesta:
que pulses ese timbre inconfundible
de tu deseo.
No olvidaré su brillo de diamante,
su intensidad de fuego.
Si ya estoy feliz al intuir tus susurros,
si ya ardo cuando siento tu fragancia
cercando el horizonte,
¿Cómo me abrasaría si te contemplo cerca
y acaricio el aroma de tu mirada?

ORLA

“Su espíritu estaba tan embebido, acaparado por su arte que, a veces yo tenía la sensación de que no nos veía, ni nos oía, como si no existiéramos, aunque nunca dejaba de tratarnos con bondad. Pasaba unos momentos horribles cuando le veía sentado en su sillón, rodeado por mí y por nuestros hijos, entregados a nuestras ocupaciones y sin embargo, presentía que estaba solo por encima de nosotros; junto a nosotros y, no obstante, solo, como abandonado. (…). Los grandes son siempre solitarios, por eso son grandes y están emparentados con el Altísimo.”

(“La pequeña crónica de Ana Magdalena Bach”).