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El Clave bien temperado

Parte 6. El clave bien Temperado. Libro II. 22


Más que un beso apasionado
—El clave bien temperado. Libro II—

Repica el sol.
La esperanza solicita voluntarios que abracen las nubes precisas del amanecer.
Tus ojos contemplan el crecimiento de la vida,
tan deprisa, en medio de los campos, o en mitad de las entrañas.
No detengas tu agitado correr raudo.
Abraza el fleco de la brisa del orto.
Entera es para ti.
Percibo, noto, intuyo tu presencia… el pecho se hinche.
La emoción cuaja los sentidos que me acechan la flor de mi piel,
atentos para convertir en arcilla el sueño.
Sé que, por fin, entonaré tu canto.
Presiento que los ángeles iniciarán la melodía
indicándome la sonrisa de tus ojos,
pues sé que tal sonrisa es mucho más que cientos de caricias del amante,
y es más, también, que un beso apasionado.

ORLA

“Su espíritu estaba tan embebido, acaparado por su arte que, a veces yo tenía la sensación de que no nos veía, ni nos oía, como si no existiéramos, aunque nunca dejaba de tratarnos con bondad. Pasaba unos momentos horribles cuando le veía sentado en su sillón, rodeado por mí y por nuestros hijos, entregados a nuestras ocupaciones y sin embargo, presentía que estaba solo por encima de nosotros; junto a nosotros y, no obstante, solo, como abandonado. (…). Los grandes son siempre solitarios, por eso son grandes y están emparentados con el Altísimo.”

(“La pequeña crónica de Ana Magdalena Bach”).