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El Clave bien temperado

Parte 7. El arte de la fuga. 20


Troquemos el latido en danza y piel
—El Arte de la fuga—

Troquemos el latido en danza y piel
ya que portamos su semilla libre.
Los sones de su melodía crezcan,
se expandan de mi corazón al tuyo.
Las caricias de las miradas nutran
nuestro horizonte sin bandera inútil.
No haya más luz en todo el universo
salvo tu luz, amada, en mi pupila.
No haya caricias salvo las queridas
por la piel libre del deseo amante.
No haya pasión generatriz de vida
salvo la que el amor engendra y salva.
Nuestras voces serán en el futuro
una voz esencial, amante y pura.

ORLA

“Su espíritu estaba tan embebido, acaparado por su arte que, a veces yo tenía la sensación de que no nos veía, ni nos oía, como si no existiéramos, aunque nunca dejaba de tratarnos con bondad. Pasaba unos momentos horribles cuando le veía sentado en su sillón, rodeado por mí y por nuestros hijos, entregados a nuestras ocupaciones y sin embargo, presentía que estaba solo por encima de nosotros; junto a nosotros y, no obstante, solo, como abandonado. (…). Los grandes son siempre solitarios, por eso son grandes y están emparentados con el Altísimo.”

(“La pequeña crónica de Ana Magdalena Bach”).