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El Clave bien temperado

Parte 7. El arte de la fuga. 17


Mi voz es voz cuando tu voz la acoge
—El Arte de la fuga—

Mi voz no es voz, porque la grite.
Mi voz es voz cuando tu voz la acoge.
Mi mirada es mirada cuando observas
con tu pupila atenta hacia mi anhelo.
Mi caricia es caricia
si sonríes y besas a mis dedos.
Mi voz no es voz porque se extienda
audaz sobre la estrella de la noche,
o tímida en los valles de la aurora,
sino porque esta lenta madrugada
tus oídos acunan sus silencios,
como has apaciguado mi deseo,
pues, al fin, soy mi voz y mis palabras,
mi esencia dilatada en la espesura.
Mi voz no es voz porque hable y te susurre…
Mi voz es voz cuando tu voz la acoge. 

ORLA

“Su espíritu estaba tan embebido, acaparado por su arte que, a veces yo tenía la sensación de que no nos veía, ni nos oía, como si no existiéramos, aunque nunca dejaba de tratarnos con bondad. Pasaba unos momentos horribles cuando le veía sentado en su sillón, rodeado por mí y por nuestros hijos, entregados a nuestras ocupaciones y sin embargo, presentía que estaba solo por encima de nosotros; junto a nosotros y, no obstante, solo, como abandonado. (…). Los grandes son siempre solitarios, por eso son grandes y están emparentados con el Altísimo.”

(“La pequeña crónica de Ana Magdalena Bach”).