Lectores

El Clave bien temperado

Parte 7. El arte de la fuga. 4


¿Queréis saber…?
—El Arte de la fuga—

¿Queréis saber la esencia de la música de Dios
que resuena en vuestras almas…?
La melodía de ángeles es la senda como hilo,
que acerca al centro de su armonía.
Pero nuestros oídos no interpretan
la riqueza del son guardada en su matriz de luz.
No nos creemos que Él esté en la brisa,
lo buscamos en el huracán que aniquila.
No nos creemos que Él esté en la risa de los niños,
lo buscamos en el milagro que no existe.
No nos creemos que Él esté en las manos que curan
úlceras bañadas en pus,
lo buscamos en reuniones santas.
No nos creemos que Él esté en los estómagos del hambre,
lo buscamos en bisbiseos de plegarias.
Si el silencio ocupara más espacio
en el centro del ruido,
escucharíamos su melodía tan adentro
que la confundiríamos con el latido de nuestro corazón.

ORLA

“Su espíritu estaba tan embebido, acaparado por su arte que, a veces yo tenía la sensación de que no nos veía, ni nos oía, como si no existiéramos, aunque nunca dejaba de tratarnos con bondad. Pasaba unos momentos horribles cuando le veía sentado en su sillón, rodeado por mí y por nuestros hijos, entregados a nuestras ocupaciones y sin embargo, presentía que estaba solo por encima de nosotros; junto a nosotros y, no obstante, solo, como abandonado. (…). Los grandes son siempre solitarios, por eso son grandes y están emparentados con el Altísimo.”

(“La pequeña crónica de Ana Magdalena Bach”).